
Elementos fílmicos, escultóricos y terrenales
se entretejen en esta propuesta escénica desarrollada en torno a Las Bodas,
de Luisa Josefina Hernández, donde lo que
está en juego es el encuentro amoroso, sus intensidades y complejidades a través del tiempo.
Este proyecto pretende ensayar una poética desde la convergencia del lenguaje cinematográfico con el escénico teatral para dialogar con la dramaturgia en términos de composición escénica.
La posibilidad de que las sutilezas del texto, casi imperceptibles, se vuelvan visibles para el público, la abre la presencia de una cámara en escena que mira con cercanía a los personajes y los magnifica con proyección en tiempo real.
La obra se vuelve una experiencia híbrida entre el cine y el teatro que aprovecha la intensidad estética de ambos mundos para transportarnos en tiempo y espacio en los mundos interiores de los personajes y el amor ancestral.








Los amantes se conocen en una excavación arqueológica que devela restos ancestrales. Los vemos bajo tierra, solos en las profundidades. Están expuestas las capas de la tierra y la estructura que las sostiene. Así como su relación, se trata de una estructura frágil, impermanente, que confiesa abiertamente su proceso de construcción y sus tensiones. Al final todo queda enterrado.





Escenario para que los personajes experimenten su historia en un espacio temporal y geográfico distinto pero deben ascender a la superficie.
Arriba los colores son más vivos, pero el espacio es reducido, casi claustrofóbico.











La pantalla es una pieza fija y central. El amor ancestral y el deseo casi primitivo que une a esta pareja no es evidente en su interacción física, sino por aquellos gestos escondidos que se les escapan: miradas, sonrisas, movimientos de las manos.



“Teresa levanta los ojos y sonríe abiertamente por primera vez. Esta sonrisa, para Jean Marie, es como una pedrada o un flechazo. [...] Está a punto de establecerse una tensión intolerable, provocada por él. Ella empieza a apretarse las manos. Él le mira las manos, comprende y vuelve a la naturalidad con una suavidad inesperada.”



Una tumba-fractal (subsuelo), es decir, una maqueta en la que representa a escala la excavación arqueológica, incluyendo los restos óseos de unos amantes ancestrales que se han ido descubriendo, y que también será proyectada por medio de circuito cerrado.
Son vestigios frágiles que existen como prueba de un amor que, aunque se ha ido, es eterno.





Centro Cultural y Académico Teatro Casa de la Paz. CIUDAD DE MÉXICO.
Agosto, 2025
DRAMATURGIA: Luisa Josefina Hernández
DIRECCIÓN ARTÍSTICA: Gabriela Mariana Sandoval
PRODUCCIÓN: Mishell Ordóñez
ASISTENTE DE DIRECCIÓN: Víctor Varga Avena
DISEÑO DE ESCENOGRAFÍA: Gabriela Mariana Sandoval
DISEÑO DE ILUMINACIÓN: Leticia Olvera
DISEÑO MULTIMEDIA: Gabriela Mariana Sandoval
DISEÑO DE ILUMINACIÓN: Leticia Olvera
DISEÑO SONORO: Emmanuel Vega
DISEÑO DE VESTUARIO: Gabriela Mariana Sandoval
ELENCO: Celeste Padilla, Efren Hernández
CAMARÓGRAFA EN ESCENA: Andrea Rodea
FOTOGRAFÍA: Nicolás Janssen, Ricardo Aguilar
VIDEO: Rhizomes Films
